Cuando se trata de la importancia y necesidad que tenemos de árboles en el planeta en general, y concretamente en nuestros barrios, calles, plazas, parques y cerca de nuestras casas, podemos empezar a hablar desde muchos puntos de vista: su importancia para los ecosistemas sanos, para que haya biodiversidad, para dar sombra, para refrescar el ambiente, para frenar la crisis climática, porque nos da gusto verlos… Incluso, podríamos empezar por volver a pasar por el corazón, es decir: Re-cordar (ver nota al pie).

Nuestras vidas están llenas de recuerdos con árboles: las veces que nos hemos sentado a su sombra para leer o conversar o relajarnos; también cuando hemos echado mano del fruto maduro de una higuera. ¿Quién no tiene una historia en su memoria que esté ligada a un árbol?

Los árboles, por tanto, tienen importancia en muchísimos aspectos.

Funcionan como sumideros de carbono, es decir, absorben dióxido de carbono eliminándolo de la atmósfera. El dióxido de carbono es uno de los principales gases de efecto invernadero que estamos expulsando a la atmósfera con gran parte de las actividades humanas. Ese efecto invernadero provoca el calentamiento global y, finalmente, esta emergencia climática en que nos encontramos. Por tanto, los árboles ayudan a frenar esta subida de temperaturas que estamos sufriendo y que será peor si no hacemos nada por evitarlo.

Los árboles también atraen una gran biodiversidad, es decir, a diferentes especies animales y vegetales que ayudan a mantener un entorno sano, también en las ciudades. Sin ir más lejos, gracias a la biodiversidad se frenan plagas. Además de la belleza de poder ver o escuchar el canto de los pájaros que nos acompañan cada año, como las golondrinas o los mirlos.

Y no podemos olvidar la importancia de su sombra y de la humedad refrescante que nos proporcionan en los meses calurosos, que cada vez duran más y son más intensos, como consecuencia del cambio climático. Y este hecho no se puede menospreciar. Menos aún en una ciudad como Córdoba, cuyos veranos conocemos bien. ¿Por qué tenemos que caminar por calles peladas de arbolado cuando tenemos que ir a la compra, a visitar a la familia o amistades, al centro de salud o a cualquier otro lugar? ¿Por qué no vamos a poder amortiguar el calor y el sol bajo sombras vegetales?

Contar con calles, parques y plazas con árboles es, también, contar con espacios de encuentro con nuestras vecinas y vecinos. Es poder pararnos a charlar tranquilamente si nos encontramos en la esquina y poder contarnos cómo estamos, cómo está nuestra familia, si necesitamos algo en lo que podamos ayudarnos unas a otras, unos a otros. Es también contar con espacios para el juego y disfrute de las y los más pequeños. Para el descanso de las personas mayores. Si lo pensamos bien, tener árboles es tener barrio.

La Fuensanta, antes de las viviendas, era zona de huertas y por eso en los primeros años la mayoría de los bloques tenían zonas de césped, plantas y árboles. Con el tiempo estas zonas verdes se han ido cambiando por losas y cemento, solo nos quedan las zonas verdes de San José Obrero y el Santuario. Pero podemos recuperar el verdor perdido.

En Santuario sentimos mucho orgullo por nuestras zonas verdes, que tienen todas las cosas buenas que hemos enumerado hasta aquí. Y nos damos cuenta de que cuando ya ha llegado el calor, al llegar al barrio desde otro punto de la ciudad, se nota que bajan la temperaturas un poquito. Suficiente para darnos cuenta de que nuestro barrio va por buen camino. Para que siga siendo así y, por qué no, para mejorar, las vecinas y vecinos, y otras personas que nos visiten, debemos cuidar y proteger nuestra vegetación. Y también debe haber cuidado por parte del Ayuntamiento, además de ayudar a incrementar esta masa vegetal.

Y el orgullo de Santuario lo queremos transmitir fuera del barrio para fomentar que el resto de la ciudad se vaya reverdeciendo y poblando con árboles. Porque queremos que toda la ciudad se refresque, tenga más sombras, cuente con más biodiversidad y disfrute de espacios de encuentro vecinal agradables.

Y, como nos gusta soñar y soñar sirve para saber hacia dónde queremos caminar, también deseamos que el resto del país, del continente y del planeta se reverdezcan y se refresquen. Porque nos dirigimos a una meta ambiciosa, hermosa e importante: vivir en un mundo sano, justo y sostenible.

Santuario se mueve por el clima

Manifiesto “Santuario por una Córdoba verde”

 

Nota: Recordar: del Latín re-cordis, volver a pasar por el corazón. Eduardo Galeano, El libro de los Abrazos.